domingo, 18 de septiembre de 2011

Roithamer.

Roithamer era un personaje de una novela de Thomas Bernhard, Corrección, me dijeron. Me dijo que se había suicidado incluso antes de empezar la novela. Me dijo también que se había suicidado como lo haría 10 años después el Wertheimer de El malogrado,de Thomas Bernhard. Sin duda Altensam le había puesto contra las cuerdas. Altensam, sí, Altensam, me repetía una y otra vez. Pero, ¿quién es el narrador?, le pregunté, Bernhard, me dijo Roithamer, el narrador es Bernhard, ese monstruo, añadió. Estuve unos días pensando en la muerte de este desdichado, en su proyecto mortal -en lugar de vital-, su proyecto monstruoso, en definitiva, la construcción del Cono, para su hermana, para su querida hermana. Me dijo: no soporto que Bernhard escriba "así Roithamer, así Roithamer", ¡no soy un profeta! Yo le dije que no tenía que tomárselo de esa manera, que Bernhard era un cachondo, que era su forma de especificar qué pensamientos eran los suyos -de Roithamer- y cuáles del narrador. Me dijo que le daba igual el estilo narrativo, pues él, finalmente -o al principio, en realidad-, se había suicidado. Colgado de un árbol en el claro del bosque, me dijo. Una muerte muy poética, le dije. Él sonrió con terror.
Pensé, Wertheimer está muerto, se ha suicidado antes de comenzar El malogrado, Roithamer igualmente está muerto, se ha colgado en el claro del bosque de Kobernauss. Pensé entonces que daba igual que yo releyera una y otra vez -comenzando desde el principio, evidentemente- la novela Corrección pues Roithamer siempre estaría muerto -Roithamer tan sólo existía como tal en la novela Corrección y ya desde la primera página estaba muerto-. Luego comprendí que tanto Corrección como El malogrado eran la búsqueda de las motivaciones de unos suicidios. Así se lo dije a Roithamer: Corrección es la búsqueda de los motivos de tu cuelgue. Es posible, el narrador siempre pretendió dejarme a un lado en la novela, ya en la segunda parte no pudo seguir con la farsa y tuvo que reconocer que el verdadero protagonista de la historia era yo -mi suicidio, en realidad-. No quise decirle a Roithamer lo evidente, los motivos de su cuelgue, como yo le llamaba a su suicidio. Sin duda estaba convencido de que de no haberse suicidado, B. nunca habría escrito su historia, luego él no tuvo ninguna oportunidad, sólo pudo suicidarse para cobrar vida -aún en su muerte-.
La cárcel de Altensam, la cárcel de al casa de sus padres, en definitiva. Pobre niño Roithamer, viviendo en una mansión y teniendo que ir a escondidas hasta el pueblo para conversar con las gentes humildes del lugar, le dijo con sorna. Pobre niño Roithamer teniendo que caminar 14 kilómetros cada día por rutas escarpadas y nevadas para ir al colegio, le atormenté con su falseada infancia. Pobre niño Roithamer, que era encerrado en la torre de Altensam, en la buhardilla de Altensam, cuando a su madre se le antojaba -escapar de una buhardilla para terminar definitivamente en otra buhardilla igual de repugnante, la buhardilla de los Höller, sin ir más lejos-. Pobre niño Roithamer que no podía acceder a la biblioteca de su padre por prohibición expresa de su odiada madre. Pobre Roithamer, en definitiva, que tuvo que huir de Altensam, del país, y afincarse en Inglaterra para llevar a cabo su tarea docente y desarrollar finalmente el gran proyecto mortal de su vida, la construcción del Cono en el bosque de Kobernauss, lo que, finalmente, le llevaría hasta la muerte.
Le pregunté en una de sus atemporales llamadas el porqué de aquel amor exagerado hacia su hermana. En definitiva la hermana de Roithamer odiaba el Cono, así se lo hizo saber ella, con franqueza, no quería participar en aquella infamia monstruosa -así Kovalski. Por ello Roithamer llevó a cabo el proyecto en el más ridículo de los secretos.
Así Roithamer se suicidó porque: a) su hermana falleció de una enfermedad mortal, b) la construcción del Cono quedó concluida, c) Höller le ignoraba. El taxidermista Höller, ese extraño tipo que ofreció su buhardilla para que: 1º Rotihamer realizara los estudios pertinentes para la construcción de su Cono, 2º para que el narrador examinara y ordenara los papeles pertenecientes a Roithamer, también llamado el legado de Roithamer.
Roithamer era un personaje un poco reservado. Yo le preguntaba cómo le iba la construcción del Cono y él se encogía de hombros, luego le preguntaba cómo le iba en Cambridge y él se encogía de hombros, una vez tan sólo me dijo algo de unos estudios de genética, las ciencias naturales..., me decía, pero nada más, ni siquiera terminaba la frase.
Me entrevisté con Höller en su casa de la garganta del Aurach, en su proyecto demencial de casa que fue finalmente la inspiración y la motivación y en definitiva la causa de la muerte de Roithamer. Llegados a este punto podríamos deducir que Höller mató a Roithamer, tan sólo con la idea que tuvo de construir su casa en aquel lugar tan escalofriante y peligroso mató a Roithamer, tan sólo un loco pudo haber concebido aquella idea, una casa a la intemperie expuesta a los ruidos y silbidos mortales de la garganta del Aurach. Fue la casa de Höller lo que inspiró a Roithamer la idea de la construcción del Cono en pleno centro del bosque de Kobernauss -y lo que lo mató en definitiva-, para lo que tuvo que conseguir los más rebuscados e imposibles permisos -sin los cuales hubiera sobrevivido, lo que convirtieron a aquellos permisos en auténticos permisos mortales-, y todo ello pegando en las paredes de la buhardilla de los Höller, en donde llevaba a cabo sus cálculos, las más variadas citas de Novalis.
Quise profundizar en la muerte de Roithamer, pero no pude. Roithamer se colgó en el claro del bosque, ese claro del bosque tan significativo para Roithamer y su amigo, el narrador. Luego me dije, si era un claro, ¿de qué árbol se pudo colgar? Esa fue la primera sospecha que tuve con respecto a la veracidad de la muerte -por cuelgue- de Roithamer. Entonces, ¿había muerto realmente Roithamer?
Roithamer había dejado dicho que el Cono no sería habitado tras su muerte, que el Cono debía dejarse a su propia extinción. Así como Amras debía llamarse La torre de Amras -así Kovalski-, Corrección debía llamarse La buhardilla de los Höller en su primera parte y en su segunda parte Examinar y ordenar.
Cuando recibí la primera llamada de Roithamer reconozco que me inquieté, las sucesivas entraron a formar parte de mi paisaje emocional habitual. Pensé que Roithamer estaba realmente enamorado de su hermana, pues no se le conocían amores, ni en Stocket, ni en Altensam, ni en Cambridge, ni tan siquiera en Londres, adonde acudía para escuchar música de Haendel y Purcell. No quise preguntárselo pero era algo tan evidente que tampoco necesitaba ser preguntado. El odio hacia su madre se había revertido en una amor inadecuado hacia su hermana. Recuerdo ahora cómo entre risas se refería al narrador, me dijo, ese B., ¡era un amargado! No me gustó que se riera así del gran escritor admirado por mi, le dije que sin él Roithamer no sería nadie, él se rió -una risa melancólica, que devenía tragedia-, me contestó que él decidiría cuando ser alguien o no, le recordé que se había suicidado, que la culpa no había sido de B., sino de su estúpida desproporción en todo, en el proyecto, en el amor hacia su hermana, en el odio a su madre, a Altensam, en su absurda perspectiva de la cultura, del conocimiento y del sentido de la vida, en definitiva. Esa noche Roithamer me colgó el teléfono. No volví a saber de él.
Volví a ver a Höller años después. Le conté mis conversaciones telefónicas con Roithamer. Él me dijo que aquello era imposible, que él mismo había visto el cuerpo sin vida de Roithamer colgando en el claro del bosque. Le dije que me acompañara hasta el claro del bosque de Kobernauss, incluso le dije que me llevara hasta el Cono, quería ver el Cono, desafiando a la naturaleza, como último legado de Roithamer, deteriorándose sin remisión. Cuando llegamos al claro del bosque una corriente gélida recorrió el lugar. Aún podía verse la sombra del cuerpo colgando de Roithamer. Höller me dijo: aquí fue donde le encontré. Caminamos unos cientos de metros más, hacia el centro exacto del bosque de Kobernauss, ese centro geométrico que con tanta precisión había calculado Roithamer, desafiando a todos los expertos en cálculos de centros geométricos de bosques que confesaban una y otra vez sobre la imposibilidad de determinar el centro geométrico exacto del bosque de Kobernauss. Recordé cómo le había preguntado una vez a Roithamer cómo había calculado el centro geométrico, del bosque de Kobernauss, añadí. Sólo hice unas mediciones, tan sólo eso, me contestó humildemente.
Regresamos a la casa de los Höller ya bien entrada la tarde. Allí me mostró la famosa buhardilla delos Höller. Le pedí que me dejara un momento a solas con el legado de Roithamer. El narrador había dejado de examinar y ordenar el legado de Roithamer, ¿la causa? no llegué a conocerla. Hojeé con cierto desinterés -más por una obligación fatalmente entendida que por verdadera intuición- aquellos papeles, tanto los de Roithamer como los de Bernhard, en los que reconocí algún pasaje de Corrección, corregido hasta lo demencial. De pronto sentí la necesidad de escapar del mundo bernhardiano, de Roithamer, de Höller y de Corrección, en definitiva. Me subí a la mesa de madera -ajada por la podredumbre ocasionada por la humedad del Aurach-, abrí el ventanuco superior -apenas cabía una persona por él-, y salí al exterior, sin reparar en la altura a la que me encontraba ni en la hora del día que era, próxima al almuerzo.

3 comentarios:

Vero dijo...

El narrador de Maestros Antiguos se ve inmediatamente fascinado por el hombre que día tras día observa un mismo cuadro. Así Vero con Kovalski que observa fijamente Corrección como el otro El hombre de la barba blanca. (Magnífico post, Kovalski).

k dijo...

gracias, Vero, creo que enloquecí -definitivamente-, saludos.

k dijo...

el padre de Roithamer legó en herencia Altensam a Roithamer -para aniquilarlo- y Roithamer donará Altensam a una asociación de ayuda a ex-presidiarios -para aniquilar Altensam-.