miércoles, 23 de febrero de 2011

Mis premios, de Thomas Bernhard.


Meine Preise. Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main 2009.Traducción de Miguel Sáenz.
Obra póstuma de Thomas Bernhard (Relatos sobre 9 Premios recibidos y 4 discursos).
Como dice la Nota editorial de Raimund Fellinger: "En el legado de Thomas Bernhard se encontró un legajo heterogéneo. Se compone de hojas mecanografiadas con distintos esbozos (ninguno de más de tres páginas) del texto en prosa Terranova... según su autor, la novela completa tendría la extensión de Tala, es decir, unas trescientas páginas. Hay además otro texto mecanografiado de cincuenta páginas, corregido por el autor y paginado a mano, en cuya portada aparece mecanografiado el nombre de Thomas Bernhard sobre el título Mis premios. En el margen inferior derecho de esa página Bernhard anota a mano: 9 premios, de 12 o 13."
1. El premio Grillparzer.Este premio lo entrega la Academia de Ciencias de Viena y es otorgado con una periodicidad incierta como confiesa Bernhard: "El premio no se concedía regularmente sino sólo de vez en cuando, dije, y pensé que entre las concesiones habían transcurrido seis o siete años, tal vez sólo cinco, no lo sabía y todavía sigo sin saberlo".
Este premio ha sido entregado a autores tales como Gerhart Hauptmann, según cuenta Bernhard a su tía, quien le acompañará a la Academia a recoger el premio.
A mi me suena ese nombre de Grillparzer. Tuve la idea de haberlo leído en algún libro de Sebald, y seguramente en Bernhard -curiosamente podemos leer en Sebald a los dos citados en el mismo párrafo: "Sin duda, autores como Grillparzer, Stifter, Hofmannsthal, Kafka y Bernhard consideran que el progreso es un negocio ruinoso"-. Por instinto me fui a Vértigo y allí encontré un párrafo en el capítulo "Viaje del Dr. K a un sanatorio de Riva": "En Viena, el Dr. K, alquila una habitación en el hotel Matschakerhof por simpatía hacia Grillparzer quien siempre había tomado allí su almuerzo." Una frase muy del gusto de Sebald y de Vila-Matas.
Hojeo distraídamente Tala de Bernhard: "En su calidad de tirolés de origen que, en el transcurso de tres decenios se ha ganado con Grillparzer el corazón de los vieneses, como leí una vez sobre él, personifica para mi el ejemplo típico del antiartista en general", refiriéndose a determinado actor que no le cae en gracia precisamente.
También Sebald menciona de pasada las depresiones de Grillparzer en uno de sus ensayos literarios, relacionándolo con otros autores como Stifter, "el pobre Weininger", Kafka o Hovrath y la inclinación negativa natural de la literatura austríaca.
Esa mañana, Bernhard, en el Graben -allí donde Sebald veía espectros, en Camposanto, y donde Bernhard paseaba "para aspirar aire puro y reanimarte y vas a parar precisamente a las manos de tus antiguos destructores y aniquiladores", se refiere al matrimonio Auersberger, en Tala-, repara en que la vestimenta que lleva para la ceremonia no es muy adecuada, un jersey rojo de lana grueso y unos pantalones gastados. Se va para el Kohlmarkt con la idea de comprarse un traje -aunque sólo sea de confección-. En la tienda Sir Anthony compra el traje y en una bolsa le guardan su ropa usada: "La bolsa con el rótulo Sir Anthony me resultaba profundamente repulsiva, pero no podía hacer nada." ¿Tirarlo todo a la basura, quizás?
En la Academia, Bernhard se encontró con que nadie lo esperaba para recibirlo protocolariamente. Creo que este episodio ya está narrado en algún título de Bernhard, no estoy seguro si en Tala o en Maestros Antiguos. Bernhard se sentó junto a su tía en la fila 10 del teatro, en una posición centrada. La ceremonia no comenzaba... ¡claro! ¡faltaba el homenajeado! Finalmente lo descubren pero Bernhard se niega a ir hacia el escenario junto a la ministra. Tendrá que pedírselo en persona el presidente de la Academia ("sólo si el señor presidente me invita a hacerlo personalmente"). Éstos no saben con quién se la está gastando, como suele decirse.
Franz Grillparzer fue un dramaturgo austríaco nacido en Viena el mismo año de la muerte de Mozart (1791) y muerto en 1872 en la misma ciudad. Influenciado por Schiller también realizó revisiones de obras de Calderón (El sueño, una vida) y Lope de Vega (La judía de Toledo), en el segundo caso ni se molestó en alterar mínimamente el título.Grillparzer es también mencionado en El esnobismo de las golondrinas de Mauricio Wiesenthal, junto a nombres como los de Adalbert Stifter y Hugo Hoffmansthal, en el capítulo dedicado a Viena. Curiosamente Wiesenthal nunca ha nombrado a Bernhard en sus milenarios -por el numero de páginas, no por antiguos- escritos.
He buscado los premios Grillparzer y al mencionado Gerhart Hauptmann le fue concedido en tres ocasiones, en 1896, 1899 y 1905, a Arthur Schnitzler en 1908 y finalmente a Thomas Bernhard en 1971 por Una fiesta para Boris. Sobre la presentación que hace el presidente Hunger de Bernhard en la ceremonia de entrega del premio dice: "Leyó mal unas palabras de elogio de mi obra, no sin nombrar algunos títulos de piezas teatrales que al parecer eran mías pero que yo no había escrito". En qué estaría pensando ese hombre, se lo ponen bien fácil a Bernhard, algunos no reflexionan con quien se la juegan....
"Una fiesta para Boris" es su primera obra teatral y de alguna forma está emparentada con la novela Los comebarato. En escena aparecen quince inválidos sobre silla de ruedas y reflexionan sobre la crueldad de las personas caritativas -recordemos al inválido Köller de Los comebarato que planea la redacción de un trabajo intelectual titulado Fisonomía-. Una pieza de Mozart conduce al ronquido de la ministra: "Cuando la miré una vez , vi que la señora ministra Finberg, así se llamaba, se había dormido (... ) la ministra roncaba, aunque muy suavemente roncaba, roncaba con el suave ronquido de los ministros, conocido en el mundo entero", y es que en todos lados cuecen habas, como suele decirse.
El diploma era de mal gusto: "Me levanté y me dirigí hacia Hunger. Él me dio la mano y me entregó el llamado diploma de concesión, cuyo mal gusto, como el de todos los demás diplomas de premios que he recibido nunca, era insuperable." En qué consistía el mal gusto del diploma no lo aclara Bernhard pero si él lo dice es porque era de mal gusto.
La ceremonia también fue de mal gusto: "Entonces se sentó también el señor Hunger y la Filarmónica tocó una pieza de Beethoven. Mientras tocaba la Filarmónica, reflexioné sobre toda la ceremonia que acababa de terminar, de cuya rareza y mal gusto e insensatez, como es natural, todavía no había cobrado conciencia." Le faltó decir ¡sólo superada en mal gusto por el llamado diploma de concesión! Interesante el uso del término "insensatez".
El incidente del principio será ¿subsanado? por el presidente Hunger: "Cuando el presidente Hunger llegó a mi lado, dijo que lo lamentaba, pero no dijo qué era lo que lamentaba." Lamentable...
Datos del premio:
Título: Premio Grillparzer.
Año: 1971.
Obra: La fiesta de Boris.
Dotación económica: sin dotación económica ("Entonces sentí mi humillación realmente como una infame desvergüenza"). Bernhard no esconde en ningún momento que lo que le interesa de los premios es, básicamente, la cuantía económica que acarrean, así veremos cómo dedica un empleo justificado y concreto para prácticamente cada uno de ellos. Únicamente en el Premio del editor de Heine se le aprecia cierto orgullo por recibir un premio con el nombre -aunque oculto- de Heine.
Lugar: Academia de Ciencias de Viena.
Otros premiados: Arthur Schnitzler, autor de Relato soñado (sobre el que Kubrick hizo su Eyes Wide Shut), y de Huida hacia las tinieblas (comentado en este blog hace unos meses).
Discurso: "¡Gracias!".
2. Premio del Círculo Cultural de la Asociación Federal de la Industria Alemana.Demonios, uno se pregunta qué tipo de premio literario puede dar este tipo de Asociación, y sobre todo qué puede pintar Bernhard en todo esto.
El relato comienza con un recuerdo a su ingreso en el hospital para tuberculosos de Viena en 1967, un hecho suficientemente narrado en El sobrino de Wittgenstein.

Título del premio: el de más arriba, no lo voy a repetir, por dios.
Dotación: 16.000 marcos (compartidos a medias con Elisabeth Borchers).
Empleo del dinero: Pagar la cuenta del hospital.
Año: 1967.
Lugar: Ratisbona ("La ciudad no me gustó, es fría y repelente... Cómo aborrezco esas ciudades de tamaño medio con sus monumentos arquitectónicos famosos, por los que sus habitantes se dejan desfigurar durante toda la vida. Iglesias y calles apáticas en las que personas que cada vez se vuelven más apáticas vegetan hasta que se mueren"). Cada vez tengo más ganas de visitar Ratisbona.
Obra: en realidad Bernhard quiere haber sido premiado por Trastorno o Helada pero sospecha que el motivo del premio ha sido por su Morbus Boeck.
Otros premiados: unos tales Doderer y Gütersloh.
Incidentes:
1. en la entrega "El presidente Von Bohlen und Halbach subió al estrado y leyó en una hoja lo siguiente: ¡... y así entrego el premio de 1967 de la Asociación Federal de la Industria Alemana a la señora Bernhard y al señor Borchers!". Vale, sin comentarios.
2. Años después recibió un anuario de la Asociación donde figuraban los premiados en los distintos años. Bernhard pudo constatar cómo él no aparecía. Parece que no les gustó los aires rebeldes que tomó la carrera mediática del bueno de Thomas ¡y lo borraron del anuario!
3. El premio de Bremen.
Título: Premio de Literatura de la Libre y Hanseática Ciudad de Bremen.
Dotación económica: 10.000 marcos.
Empleo del dinero: comprar una casa de "magníficas proporciones" en Nathal.
Lugar de la ceremonia: Ayuntamiento de Bremen.
Opinión de Bernhard sobre la ciudad: "Hamburgo lo conocía y me gustó siempre, lo mismo que hoy, pero Bremen lo detesté desde el primer momento, es una ciudad pequeño burguesa, inaceptablemente estéril." Tú sigue así que como se te ocurriera dar un paseo por Bremen te iban a correr a gorrazos. Digamos que el episodio en que va a comprar la casa con su tía (quien le recomienda que consulte con la almohada) conduce a Sí ("También la granja estaba cubierta por metros de nieve, parecía como si los propietarios del inmueble lo hubieran dejado de golpe y porrazo y abandonado todo, de pie o tumbado, pensé que a los propietarios les habría ocurrido una desgracia").
Lo más esperpéntico de todo el relato viene al final cuando Bernhard regresa a Bremen pero para ser miembro del jurado del año siguiente. Él votará por Canetti ("Por la razón que fuera, para mí nadie más que Canetti entraba entonces en consideración, todos los demás me parecían ridículos") pero los demás miembros del jurado le contestan que no, que ése es judío. Demonios, Bernhard no se cree lo que oye, ¡estamos en 1966! Después de interminables deliveraciones el jurado no se pone de acuerdo, de repente un listo se le ocurre: "Cojamos a Hildesheimer, cojamos a Hildesheimer!" ("Probablemente ninguno sabía quién era Hildesheimer"). Finalmente le dieron el premio al tal Hildesheimer, sin reparar ya en que ¡también era judío! ("Para mí aquello fue lo mejor del premio. No pude callármelo").
Wofgang Hildesheimer, nacido en Hamburgo en 1916 y muerto en Poschiavo (Suiza) en 1991. Escribió un libro titulado Mozart, una extraña obra que no es biográfica ni musicóloga, sino todo lo contrario, un libro que se adentra en la génesis del proceso creativo. También escribió la novela Tynset de la que dice la propaganda editorial ser un "Impresionante relato escrito en forma de monólogo interior en el cual un hombre hace inventario de su vida y de su conciencia durante una larga noche invernal de insomnio". Vamos, la juerga padre, como suele decirse, así que con estos datos fui raudo y veloz, como suele decirse, a la librería más cercana -a 11 kilómetros de mi casa, vivo en el extrarradio, como suele decirse- y lo encargué sin tapujos, y sin bromas, como no se suele decir las veces que hacen falta, realmente. También se apunta que se trata de un escritor fundamental admirado por Coetzee y Sebald. Vaya, al final no iba ser tan mala idea la de darle el premio, ¡aunque fuera judío!
4. El premio Julius Campe.Julius Campe fue el primer editor de Heine, por lo que Bernhard se refiere a este premio como el Premio Heine o el Premio de Hamburgo. Año: 1964.
Lugar: Editorial Hoffmann und Campe. Hamburgo.
Premio compartido con: Gisela Elsner y Hubert Fichte.
Obra: Helada.
Empleo del dinero: la suma total en la compra de un coche blanco marca Herald ("Durante la noche no podía pensar en dormir, era un sentimiento grandioso tener un coche, y además inglés, blanco, con asientos de color rojo y salpicadero de madera. Y todo ello por mi Helada, pensé").
Bernhard hará múltiples viajes, se adentrará incluso en Hungría donde tendrá un accidente que casi le cuesta la vida. El coche blanco quedó hecho papilla. Finalmente un astuto abogado ("un joven abogado que residía en el Heinrichshof") conseguirá que el seguro del coche húngaro con el que chocó se hiciera cargo de un nuevo coche Herald para Thomas Bernhard.
5. Premio Nacional Austríaco de Literatura (pero el Pequeño ¿eh?)
Es éste uno de los relatos más eminentemente bernhardianos. En él la retórica del genio asoma con intrepidez. En el momento en que le es concedido este premio Bernhard asume que se trata de una auténtica humillación, que es el premio pequeño austríaco, no el Premio Nacional a toda una carrera sino el Premio Nacional por una obra que se suele entregar a jóvenes promesas, normalmente menores de 30 años. Cuando Bernhard recibe este premio cuenta ya con 40 años y de alguna forma advierte cómo el resto de premiados de años anteriores le pueden mirar por encima del hombro como diciéndole, al fin eres uno de los nuestros. Bernhard tiene que corregir a sus amistades, éste no es el gran premio nacional sino el pequeño premio nacional. Bernhard ni siquiera se presentó a este premio sino que fue su hermano quien entregó un ejemplar de Helada al límite del plazo convenido. Ahora tendría que recoger el premio, pero eso es una contradicción ("Ambos premios eran una infamia y era una vileza aceptar cualquiera de ellos"), le dirían, así Bernhard "Teníamos un gobierno indigno que no reparaba en medios para ponerse en escena y permanecer en el poder, y aunque el Estado se fuera al diablo, quitaría a ese Estado los 25.000 chelines" -a eso le llamo yo llevarse bien con el Estado-.
Digamos que al ministro no le sentó muy bien el discurso de Bernhard ("somos austríacos, somos apáticos... No tenemos nada que decir, salvo que somos miserables...", entre otras lindezas made in Thomas B.) y se fue dando un portazo antes de que éste terminara.
6. El premio Anton Wildgans.
Año: 1967.
Concedido por : la Asociación de Industriales, con sede en el palacio de la Schwarzbengerplatz de Viena. Dotación: 25.000 chelines.
Qué piensa hacer Bernhard con el dinero: "poner en lugar de las viejas y casi podridas contraventanas de mi casa otras nuevas".
Quién era Anton Wildgans: "un Holderlin a la vienesa", luego, deducimos que fue un premio por la trayectoria poética de Bernhard.
Incidencias: la ceremonia no se celebró porque fue poco después de la entrega del premio nacional y el ministro, que también debía asistir a la entrega del Wildgans dijo "que no quería ser invitado de honor en una ceremonia en cuyo centro figurase cierto señor Bernhard" (¿a quién se referirá?). Así que Bernhard recibió lo que él llamó una "desinvitación" y también por correo su correspondiente diploma (¿de mal gusto?) y le ingresaron en su cuenta los 25.000 chelines.Este premio lo recibieron Josef Winkler en 1980 y Peter Handke en 1984, aunque Handke lo rechazó.
7. El premio Franz Theodor Csokor.
Los autores teatrales Csokor y Hovarth se alojaban en el mismo edificio que el abuelo de Bernhard ("Mi abuelo, como sé, paseaba a menudo con Csokor y Hovarth").
Csokor le presentó a Bernhard en una ocasión a cierto escritor, George Saiko: "Este hombre, dijo Csokor, fue en otro tiempo director de la Albertina de Viena, y esa información me impresionó enormemente." Bernhard le enseña Salzburgo a Saiko, autor de El hombre de los juncos, "pero él hablaba sólo de la novela, trataba de meterme en la cabeza su teoría sobre la novela, sin consideración, no tenía la menor idea de que su teoría continuamente expuesta me daba ya dolor de cabeza, y en definitiva, durante toda mi vida, nada he odiado más que las llamadas teorías de la novela, y por añadidura expuestas por teóricos fanáticos, como era Saiko, los cuales, como es totalmente lógico, quitan a sus oyentes toda afición por la materia, simplemente a causa de la intensidad de su voz."
La teoría de los zapatos de Saiko: "me explicó la ventaja de, cuando se compran zapatos, no hacerlo antes de las cuatro de la tarde, porque sólo a las cuatro de la tarde tiene el pie la consistencia adecuada y necesaria para comprar zapatos". Menos mal que sólo puedo comprar zapatos los sábados por la tarde, justo después de las cuatro de la tarde, en realidad ¡a las cuatro y dos minutos!
Ni Bernhard ni Handke: "En aquella época, el Burgtheater había puesto en escena mis obras La partida de caza y El presidente, y La cabalgata sobre el Lago Constanza de Peter Handke, y eso, increíblemente, había motivado que una Delegación del llamado Senado de la Artes del Estado, encabezada por su presidente, el escritor Rudolf Henz, presentara en forma de resolución al Ministerio de Cultura la petición de que el ministro interviniera ante la dirección del Burgtheater para que no se volviera a representar a Bernhard ni a Handke, porque Bernhard y Handke, como podía leerse a diario en los periódicos vieneses, eran malos escritores, y él mismo, Henz, y su gente del Senado de la Cultura, buenos."Ya Sebald en su colección de ensayos sobre literatura titulado "Pútrida patria" escribía en 1985: "La descripción de la infelicidad incluye en sí la posibilidad de superación. Donde se muestra más claramente es en dos autores aparentemente contradictorios, como Bernhard y Handke: cada uno a su manera tienen buen talante, a pesar de su exactísima visión de la historia calamitatum". Vamos a ver, estimado Sebald, Bernhard y Handke ¿tienen buen talante?, ya, a pesar de su particular visión del caos y la aniquilación personal, lógico, todo encaja. Pero Sebald dice más: "Ni el extraño humorismo de Bernhard ni la celebración de Handke hubieran podido lograrse, como contrapeso de la experiencia de la infelicidad, si no hubiera sido por la escritura." Es decir, les salvó la escritura.
No era la primera vez que Bernhard arremetía contra este hombre, Henz, ya en Tala leíamos: "Durante decenios, ese presidente del Senado de las Artes fue sólo una persona asquerosa para las dos, y ahora la Schreker lo abraza de repente en la llamada Sala de Audiencias del Ministerio de Cultura, con su cheque en la mano y pronuncia además un insulso discurso de agradecimiento". ¿Quizás estamos ante una intensa autocrítica de su propia actuación?
8. Premio de Literatura de la Cámara Federal de Comercio
(el último premio aceptado).
Obra premiada: El sótano ("desde el principio no relacioné ese premio con mi actividad de escritor sino con mi actividad de aprendiz de comercio").
Premio compartido con: Okopenko e Ilse Aichinger.
Lugar: Antiguo Palacio Klesheim.
9. El Premio Büchner.
Año 1970.
Lugar: Darmstadt.
En el discurso Bernhard no hablaría sobre Büchner, hablaría sobre cualquier cosa menos sobre Büchner, porque cuando alguien recibe un premio Kant o un premio Durero habla realmente de Kant o Durero pero cuando recibe el premio Büchner es absurdo hablar de Büchner cuando todo el mundo sabe todo sobre Büchner. Por cierto ¿quién fue Büchner? (Georg Büchner fue un dramaturgo nacido en 1813 y muerto en 1937, también inventó el célebre embudo Büchner útil en prácticas químicas -ya decía yo que me sonaba este Büchner-.)
Definitivamente el Premio Büchner es el más importante galardón concedido en Alemania. Pasando revista a algunos galardonados vemos a Josef Winkler (2008), Canetti (1972), Peter Handke (1973) -vaya coincidencia, de repente se olvidaron de que Canetti era judío y de que Handke y Bernhard estaban vetados-, Gunter Grass (1966) y Elfried Jelinek (1998).
Lo curioso del relato es que para recibir ese premio hay que formar parte de la Academia Alemana. Bernhard fue nombrado miembro sin él pedirlo para recibir el premio, así que cuando recibió el premio se borró de dicha Academia.

DISCURSOS.

Discurso con motivo de la concesión del Premio de Literatura de la Libre y Hanseática ciudad de Bremen.
En principio iba a tratar sobre los músicos de Bremen -dado el componente artístico musical de Bernhard-, pero pronto desechó esa idea y fue a algo más práctico: "no voy a contar nada". En un agudo planteamiento de las más básicas sensaciones del ser humano leyó: "Tenemos mareos y tenemos frío". Al fin alguien puso el dedo en la llaga del gran problema de la Humanidad: "Tenemos ahora grandes pretensiones, no nos cansamos de tener grandes pretensiones."
¿Qué pretendía Bernhard con este discurso?
Discurso con motivo de la concesión del Gran Premio Nacional Austríaco.
Aquí es donde se lió el tomate. La verdad es que es un bonito discurso, un poco pesimista, pero bonito al fin y al cabo. Comienza:"Distinguido señor ministro, respetado público, no hay nada que alabar, nada que condenar, nada a lo que culpar, pero muchas cosas son ridículas, todo es ridículo si se piensa en la Muerte."
Me gusta mucho cuando dice casi al final -el discurso es bien corto, por dios-: "Lo que pensamos es repensado, lo que sentimos es caótico, lo que somos no está claro". Eso ¿estaba repensado?
Discurso con motivo de la concesión del Premio Georg Büchner.
Aquí sobrevuela Bernhard, el gran justiciero de la pantomima, el gran rey de la ironía crítica: "Tenemos, decimos, derecho a la justicia, pero sólo tenemos derecho a la injusticia...".
Demonios, me perdí.
También: "El problema es enfrentarse con el trabajo, lo que quiere decir con la aversión interior y la apatía exterior...".
El trabajo es lo que hay, demonios.
Sobre mi dimisión (de la Academia de la Lengua y Poesía).
La elección de Scheel, ex-presidente general, fue la gota que colmó el vaso, como suele decirse. Pero el discurso de Bernhard se centra un poco en el Anuario editado por la Academia donde figura según Bernhard: "Una larga lista de todas las oscuras distinciones imaginables e inimaginables que esas lombrices intelectuales han recibido el año anterior".

Comentario final.
En definitiva, Mis premios se trata de una obra breve pero intensa, fundamental para conocer ciertos aspectos personales de Bernhard, como su particular relación con los Premios y la vinculación material con los mismos, y también para acercarnos al epicentro creativo de algunas de sus extraordinarias narraciones autobiográficas. Podríamos subtitularlo como Séptimo volumen de su autobiografía, después de los cinco volúmenes "oficiales" y de El sobrino de Wittgenstein.
Ahora sólo queda a este blogger desear que la editorial correspondiente se haga con los derechos de la incompleta Terranova y la publique de una vez por todas. Cada día que pasa sin poder leer Terranova es un día perdido para la Humanidad, alguien tiene que poner fin a esta locura.

1 comentario:

J. G. dijo...

quizás sea al mejor.

saludos