jueves, 11 de febrero de 2010

Shostakóvich. Recuerdos de una vida, de Mijaíl Árdov.


Maxim i Galina Shostakovichi. Nash otets DSch. Traducción de Alexandr Kazachkov.


Este libro es un anecdotario de la vida del compositor ruso Shostakovich a través de sus hijos Maxim y Galina, conducido por el reverendo -y amigo de la familia- Mijail Árdov, y al que se suman extractos de cartas, documentos, e intervenciones de gente cercana al músico como otros músicos (Denisov, Tischenko, Rostropovich...), el propio Árdov o su amigo Isaac Glinkman.

En los años 40 la familia Shostakovich residía en la casa de los compositores en Gorino. Allí coincidieron con el también genial compositor Sergei Prokofiev. Cuenta Galina: "Un hombre furibundo asoma por la ventana y nos grita a los niños con voz estentórea:

- ¡Os voy a arrancar las orejas! ¡Me quejaré a vuestros padres! ¡No quiero veros más por aquí!

Es Sergei Prokofiev. A menudo jugábamos bajo la ventana de su habitación y no le dejábamos componer música."

¿Acaso estaría Prokofiev componiendo en aquellos momentos el entrañable cuento musical para niños Pedro y el Lobo? Ja, ja, ese Prokofiev que tanto adoraba a los niños ¡sobre todo si éstos no tienen orejas!

Por lo visto Shostakovich podía componer mientras sus dos hijos correteaban a su alrededor, nada podía distraerle de la escritura de la música. Así Galina: "Es sabido que Shostakóvich componía música sin usar el piano: se sentaba a la mesa y escribía notas. Y, en tal caso, no había que guardar silencio especial alguno: podía ladrar un perro o pasar un coche. Lo único que le alteraba era la alteración del orden. En su mesa de trabajo tenía lápices, una pluma, una regla... Y con frecuencia le rapiñábamos esos útiles."

El director de coro Klavdi Ptitsa: "Recuerdo que Alexander Glauk comentaba con admiración el extraordinario oido musical de Shostakóvich. Mientras ensayaban en la Gran Sala del Conservatorio de Moscú una de las sinfonías de Shostakóvich, durante la ejecución del primer Allegro, Alexsander Vasilievich, que estaba al atril, se volvió y vió que el compositor se acercaba presuroso arrugando la frente con una mueca dolorosa: "Aleksander Vasilievich, el segundo violín del tercer puesto de los primeros violines ha tocado un fa sostenido en vez de un fa...". Y en efecto, así había sido."

Pero por lo general Shostakovich era bastante respetuoso con la orquesta en los ensayos de sus obras, era consciente de que la orquesta debía ir asimilando la partitura poco a poco y sólo al final de cada ensayo hacía las oportunas indicaciones.

A Shostakóvich le encantaban todos los deportes, en especial el fútbol, incluso se sacó el carnet de árbitro. Cuenta su hija Galina: "Una vez, en la década de los cincuenta, mi padre veraneó en un sanatorio para miembros del Gobierno situado en Crimea, y allí le tocó hacer de árbitro en un torneo de tenis. Entre los veraneantes que jugaban a diario en la cancha estaba el general del ejército Iván Serov, que en aquella época dirigía el KGB. Y cuando el Jefé del Comité de Seguridad del Estado soviético cometía alguna falta e inmediatamente se ponía a protestar, Shostakóvich le bajaba siempre los humos con la siguiente frase: "Con el árbitro no se discute". Mi padre confesaba que gozaba de verdad al espetarle esta frase en la misma cara al máximo dirigente del KGB."

En realidad Shostakóvich tuvo bastantes problemas con el régimen debido a que su música fue tachada de no nacionalista en un determinado momento y tras la publicación de cierta Resolución del Comité Central en 1948. Cuenta Maxim cómo su padre fue interrogado tras visitar a su amigoTujachevski -quien fuera fusilado finalmente por Stalin-: "...Shostakóvich fue citado a la Casa Grande, es decir, a la NKVD (Ministerio del Interior) de Leningrado, donde se le interrogó: "Usted ha visitado la casa de Tujachevski. ¿No ha oído como Tujachevski debatía con sus visitas un plan para asesinar al camarada Stalin?". Mi padre se puso a negarlo todo. "Piénselo bien -insistía el interrogador-, trate de recordarlo. Algunos de los demás visitantes ya lo han confirmado en sus testimonios." Mi padre siguió firme, explicando que no había notado nada por el estilo, que no recordaba nada. "Le recomiendo con insistencia que recuerde aquella conversación", amenazó el interrogador. "Le daré algún tiempo para que se lo piense; su plazo expira a las once de la mañana. A esa hora vendrá a verme y continuaremos esta conversación".

Uf, y nosotros nos quejamos cuando sube el litro de gasolina dos céntimos, eso sí que era vivir en tensión. Al día siguiente volvió Shostakóvich muerto de miedo pero decidido a no delatar a su amigo. Después de esperar un rato y contestar al ser preguntado que esperaba a su interrogador le informaron que el interrogador había sido detenido. Así que se libró por los pelos de ingresar en prisión.

Shostakóvich viajó a algunos países occidentales como tal eminencia que era, aunque a él no le gustaba y nunca se le pasó por la cabeza la idea de desertar ya que en Rusia dejaba a su familia. Maxim cuenta, mediante el testimonio de Fadeyev y con motivo de una visita a Estados Unidos: "Shostakóvich entró en una farmacia de Nueva York para comprar aspirina. Pasó en el establecimiento no más de diez minutos, pero cuando salía a la calle vio que uno de los dependientes ya colocaba en el escaparate un anuncio publicitario que decía: "Aquí compra Shostakovich". Lo que me hace gracia de la anécdota es el verbo en presente "Aquí compra...", en lugar de "Aquí compró...". como si ya Shostakovich fuera cliente asiduo y para lo resto. También me da pena que si Shostakóvich entrara en la farmacia donde trabajo, no sólo no le reconocerían -bueno, yo sí, supongo- sino que si le explicasen al personal quién era les daría tan igual como si fuera una personaje de piedra. Ahora, si entrase cualquier personaje basura del corazón de estos tiempos...

Shostakóvich y su relación con los periodistas, según Maxim: "Algunos periodistas aún se muestran ofendidos con Shostakóvich, opinan que mi padre sentía antipatía por ellos sin motivos aparentes. Esta gente no quiere entender qué situación había tenido que soportar durante toda su vida. De hecho, el compositor y toda su familia éramos rehenes de un régimen criminal e implacable. Y nuestro padre debía sopesar cada frase que decía con mucha prudencia, teniendo presentes a sus omnipotentes verdugos."



-el comentario continuará con algunas anécdotas más-

2 comentarios:

pirlosky dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Un artículo bastante interesante sobre el compositor, gracias por publicarlo. ¡Habrá que investigar más!