miércoles, 3 de junio de 2009

Relatos, de Thomas Bernhard


Nueva recopilación realizada por Miguel Sáenz -el traductor habitual de Bernhard al castellano- de Relatos de Thomas Bernhard para Alianza Editorial Biblioteca Bernhard, que si bien ya habían sido publicados en España, la verdad es que yo no conocía ninguno y deben estar descatalogados por completo. El primero es La gorra, en ella el protagonista busca al propietario de una gorra de carnicero que ha encontrado en plena calle: "Una gorra de visera, pienso, y ahora, de repente, tengo en la mano una gorra de visera como las que he visto siempre en la cabeza de los carniceros y los leñadores y los campesinos. ¿Qué voy a hacer con esta gorra? Me la probé y me estaba bien". Me reí mucho con los carniceros de Burgau y Parschallen: "Los carniceros de Burgau pagaban en Parschallen mejores precios que los carniceros de Parschallen, y a la inversa, los carniceros de Parschallen pagaban en Burgau mejores precios por los cochinillos que los carniceros de Burgau, de forma que los criadores de cochinillos de Parschallen, de siempre, vendían sus cochinillos a los carniceros de Burgau, y a la inversa, los criadores de cochinillos de Burgau, de siempre, sus cochinilos a los carniceros de Parschallen." El segundo relato es ¿Es una comedia? ¿Es una tragedia? En él Bernhard -digamos- se topa con un extraño individuo con zapatos de mujer a las puertas del teatro y cuya enigmática conducta encierra un suceso trágico en el pasado. "Sería realmente interesante saber -dijo- si en el instante en que nos dirigimos al ala suiza se representa en el teatro una comedia o una tragedia... Es la primera vez que no sé qué se representa. Pero usted no debería decírmelo...¡No, no me lo diga! No debería de ser difícil -dijo-, estudiándolo a usted, concentrándome totalmente en usted, ocupándome exclusivamente de usted, deducir si en el teatro se representa en ese instante una comedia o una tragedia." Midland en Stilfs nos habla del aislamiento, de la soledad, de la inadaptación... vaya, como casi todo Bernhard: "En verdad podemos contar con los dedos de una mano las personas que de cuando en cuando nos visitan como supuestamente deseadas pero también de esas personas deseadas tenemos miedo de que puedan visitarnos, porque tenemos miedo de todas las personas que pudieran visitarnos, hemos desarrollado un miedo intenso de que algún ser humano pueda siquiera visitarnos de pronto, aunque nada esperamos con mayor empeño que el que un ser humano, y a menudo pensamos: da igual qué ser humano, ¡aunque sea inhumano!, nos visite e interrumpa nuestro martirio de la alta montaña, nuestros ejercicios escolares parra hacer en casa durante toda la vida, nuestro infierno de soledad." Como dice Sánez en el prólogo Ungenach son palabras mayores, más bien una novela corta que un relato, y añade "A Bernhard a quien durante toda su vida preocupó, con tenacidad aldeana, la adquisición de propiedades, lo fascinaba la dispersión de sus propiedades a manos de los herederos. De Trastorno a Extinción, la inevitabilidad de ese desmoronamiento recorre el mundo novelístico de Bernhard." En este relato hay varias voces narradoras, Robert el protagonista y único superviviente, Karl, el hermano fallecido, y a partir de fragmentos, listas, cartas, se nos presenta este puzzle que no delatará todas las claves hasta el final del mismo. "Que todo fue siempre únicamente un intento de hacerse comprender, mientras que en Ungenach, junto a mis padres, y junto a mi hermano y junto a mi tutor y junto a todos los demás me consumía. O buen se matan súbitamente, porque no soportan ya el ritmo que aquí impera, o se consumen en una lectura demente. Es una vehemencia demente". El siguiente relato es el llamado Watten. Aquí estamos ante una de las obras maestras de Bernhard, al nivel de Tala, Corrección o Extinción, sólo que en miniatura. Un médico que ha sido expulsado de su consulta y se refugia en una barraca ha dejado de repente de ir a jugar su partida de Watten como cada miércoles a raíz del suicidio del papelero -uno de los jugadores habituales-. El carretero le hace una visita para convencerle de que se reincorpore al juego. "Es absurdo querer convencerme, le digo al carretero: no iré ya a jugar al watten, es imposible. Sin embargo se comporta como si y o no hubiera dicho nada. Sería hora de volver a ir a jugar al watten, dice. Siempre es lo mismo, estimado señor, se queda sentado y dice una y otra vez, con cortos intervalos, que debería ir a jugar otra vez al watten, y yo le contesto siempre: no, nada de watten ya." La historia del viajante que descubre el cuerpo del papelero es genial: "Un viajante pues, se hospedó en la posada y que se hospeda allí desde hace años, como usted dice, le digo al carretero, y al que yo, según usted, no conozco." El último relato, En la linde de los bosques, nos presenta a un Bernhard detectivesco. Un guardia destinado en Mülhbach observa la llegada al hotel de una pareja sospechosa mientras se debate en la escritura de una carta a su novia. "Conversé con la dueña, mientras escuchaba a los dos forasteros, lo escuchaba todo, y de pronto tuve la idea de que aquellos dos estaban violando la ley". Sus sospechas finalmente se descubren como bien fundadas.

2 comentarios:

e. r. dijo...

Hola, quería comentarte que me encanta tu blog. estoy recorriendo los autores que repasás y me tomará tiempo todavía llegar un poco más lejos.
un placer y saludos

k dijo...

gracias e.r., su blog es muy interesante -creo que próximamente coincidiremos en algunos autores-; me he reido mucho con la crítica de Ammaniti, saludos