lunes, 12 de enero de 2009

El Bosco y la tradición pictórica de lo fantástico, VVAA (I)


Galaxia Gutenberg ha publicado esta apasionante recopilación de ensayos sobre la pintura de El Bosco en la que intervienen grandes especialistas en la materia. Es tal la densidad de información que contiene que tendré que realizar más de una entrada para realizar mi comentario sobre la obra. El primer ensayo se titula El bosque de El Bosco y es de Calvo Serraller. La traducción del lugar de nacimiento de El Bosco es El bosque del duque, así que el sobrenombre que adoptó el Bosco (bosch) viene a ser algo así como "bosque" en castellano, de ahí el juego de palabras en el título. La atracción de su pintura entre los artistas del siglo XX y contemporáneos (Dalí, Picasso, los surrealistas en general, etc...) es casi paradójico: "no deja de ser curioso que sea en el mundo contemporáneo -cuando se afirma que el arte está desliteraturizado, que se ha desprendido felizmente de todo símbolo y ha acabado con toda la narratividad para centrarse en la simple combinación de colores y formas- cuando El Bosco alcanza su mayor popularidad, cuando movidos por la imperiosa necesidad de conocer su significado nos veamos seducidos por su laberinto narrativo y su conjunto de lenguajes". Es un comentario interesante pero creo que se salta algunos detalles para poder llegar a ser cierto. En primer lugar no toda la pintura contemporánea es abstracta como pretende afirmar (recordemos tan sólo a López, Richter, de Stäel, o la escuela de Londres, el arte pop, etc...). Y en segundo lugar la abstracción no supone ausencia de significado (bueno, no estoy muy seguro de esto). En cuanto al interés del público puede venir perfectamente dado por una actitud de rechazo precisamente a lo abstracto que derive en una búsqueda de lo comprensible, lo escenificado y secuencial -muchas pinturas de El Bosco pueden "leerse" como si fueran películas casi. Termina sin embargo Calvo señalando la importancia de El Bosco fuera de su localidad en su tiempo, por ejemplo, despertó el interés de Felipe II, de forma que en Madrid se encuentra la mayor concentración de boscos del mundo, y fue citado por Vasari en sus Vidas. En el segundo ensayo Isidro Bango escribe sobre "Las tentaciones de San Antonio de Lisboa. Los ideólogos de la obra de El Bosco y su público". En esta novedosa interpretación del tríptico que se encuentra en el Museo de Arte Antiga de Lisboa -que me trae unos magníficos recuerdos de cuando estuve allí en 2003- se intenta demostrar cómo El Bosco no tuvo acceso directo a las fuentes que narran la historia del santo y de cómo su representación hubiera sido diferente sobre todo si hubiese conocido algunos pasajes especialmente eróticos -no sé por qué, pero Bango insiste en ello y aduce que el encargante no quiso facilitar esos datos al pintor-. "Todas las fuentes literarias que aparecen referenciadas en las pinturas se localizaban perfectamente en los medios religiosos brabanzones" (de Brabante) "de la época, incluso el texto árabe de Alfonso Buenhombre; sin embargo El Bosco no los utilizó directamente". Lo fantástico en el mundo medieval es el ensayo escrito por Gonzalo Borrás y en él se explican los posibles antecedentes de las figuras monstruosas que tanto utilizaba El Bosco en sus obras. Luego se apuntará que lo novedoso de El Bosco es que utilizara estos seres deformes en una obra narrativa y no sólo como apuntes aislados en retablos, columnas o puertas de Iglesias como se venía haciendo hasta entonces. "Sirva como ejemplo el señalado por Stierlin a propósito de la ilustración de la mujer embriagada con la sangre de los mártires cabalgando sobre la bestia, en el Beato de Facundo, donde la ampliación fotográfica de la cabeza de la bestia le confiere un poder expresivo comparable al de Picasso en el Guernica. Este beato, del año 1047" -es decir, casi cinco siglos anterior a Bosch-", cuyo escriba y tal vez su iluminador, es Facundo, procedente del escritorio real de León". El Bosco nació en una época en que lo apocalíptico molaba: "En su excelente síntesis sobre el arte europeo del siglo XV fuera de Italia, Bialostocki" -se llamaba así, no me lo he inventado yo, por dios-" dedica un brillante capítulo al fasto y a la fantasía en el otoño de la Edad Media. Son los tiempos en que va a nacer El Bosco, a mediados del siglo XV, cuando se acentúa una angustiosa fascinación por lo macabro y apocalíptico, que constituye el horizonte de su época". La pintura de El Bosco era moralista pero también virtuosa: "En la obra de El Bosco existe, sin duda, una dimensión moralista y crítica pero hay también un encanto seductor y sensual, un atractivo irresistible logrado mediante la habilidad técnica". Riendo camino de la muerte es el sugerente título del ensayo de Valeriano Bozal, un hombre al que estamos acostumbrados a leer en ensayos sobre arte moderno pero menos en los de arte antiguo. Bozal habla acerca de varios cuadros. Contrapone el San Cristóbal de El Bosco de Rotterdam al grabado de El caballero, la muerte y el diablo de Durero. Curiosamente realiza una lectura de las tentaciones de San Antonio de Lisboa que choca con la de Bango. Bozal estima que el panel central es el segundo secuencialmente y Bango argumenta que es el último. "El santo desfallecido y transportado casi a rastras en el primer panel, se reconforta ahora con la figura del Cristo que señala, y se recogerá después, se retirará del mundo, en el panel lateral derecho". Según Bango en el panel derecho el santo es primero tentado por la reina-diablo desnuda y más tarde vestida lujosamente -en el panel central. Ni los expertos se ponen de acuerdo. El jardín de las delicias también es motivo para los argumentos de Bozal: "El hombre árbol-hueco" -se refiere al del panel derecho, el infierno- " puede ser una dualidad propia del dualismo bosquiano". Bozal alude a la dualidad terrenal-divina en los cuadros de El Bosco, muy diferente a la tratada en el Renacimiento italiano. Símbolo y alegoría en El Bosco es el ensayo de Carlos Castilla. Nos introduce en la diferencia entre estos dos recursos pictóricos y toca un tema que me parece muy interesante acerca de las interpretaciones de los cuadros: "La obra de arte es en buena parte un secreto para todo observador, como intuyó Ortega en su ensayo sobre Velázquez. Es más: se puede afirmar que lo es incluso para el artista. Nada asegura que el autor sea el mejor y definitivo intérprete de su obra". Aunque es una idea muy atractiva hay que realizar puntualizaciones. El símil más cercano sería el de la interpretación de una obra musical. A veces los compositores no son los mejores intérpretes de sus obras. Esto lo hemos podido ver a lo largo del siglo XX con autores como Penderecki. Pero esto a mi no me convence, es decir, si El Bosco no ha querido significar nada con determinado monstruito, el hecho de que venga un sabiondo sacándole tres pies al gato no implica que haya que interpretarlo de esa forma. Si no tiene significado consciente por parte del artista estaremos ante un significado accidental y por tanto irreal.

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